¿De qué manera afectan los anticonceptivos la salud de los futuros hijos?

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Al elegir a un compañero para tener hijos, lo natural es que la mujer desee a quien pueda transmitir cualidades genéticas benéficas a su futura descendencia. Dado que los mejores genes aumentan la supervivencia y las posibilidades de reproducción de dicha descendencia, los mecanismos que detectan la "calidad genética" evolucionaron para llevar a las personas a ser sexualmente atraídas por individuos con los genes apropiados.

Uno de esos indicios para la elección del compañero es el olor, que indica la compatibilidad entre los sistemas inmunitarios de las potenciales parejas. Específicamente, el olor revela la superposición entre los sistemas inmunes de las dos personas, de modo que las señales más atractivas se solapen menos entre los sistemas inmunes de la pareja. Es decir, cuanto mayor sea la disimilitud entre los sistemas inmunológicos de ambos individuos, más posibilidades de engendrar un niño sano.

Los futuros hijos se beneficiarían más de tener padres con sistemas inmunitarios disímiles, lo que resulta en un sistema inmune mejorado. En consecuencia, las mujeres han evolucionado para ser sexualmente atraídas por hombres con un sistema inmune diferente, principalmente durante las fases del ciclo de alta fertilidad.
Usando el "paradigma de las camisetas sudorosas", en el que participantes femeninas olfatearon camisetas recientemente usadas por hombres, los estudios han demostrado que las mujeres tienden a preferir el olor de hombres con un sistema inmunitario diferente como potenciales parejas.
Desafortunadamente, el uso de la píldora anticonceptiva interfiere con esta selección y cambia la preferencia natural para elegir parejas con el sistema inmunitario disímil.


Las mujeres experimentan cambios de preferencia masculina a lo largo de su ciclo menstrual, lo que les ayuda a obtener recursos relevantes para su estado actual de fecundidad, ya sea fértil o infértil.


Durante la fase fértil del ciclo menstrual, las mujeres buscan beneficios genéticos para su descendencia y, por lo tanto, son más atraídas por hombres cuyas características indican tales beneficios (por ejemplo, caras, cuerpos y voz más masculinas). Por el contrario, durante la fase estéril del ciclo, las mujeres buscan señales de alta inversión en la paternidad y la pareja, que suelen asociarse menos con las características masculinas.

Las mujeres tienden a preferir un sistema inmune similar durante la fase estéril por razones de afinidad: los olores similares (genéticamente hablando) pueden hacerlas sentir más seguras durante el embarazo.

Debido a que las píldoras anticonceptivas introducen hormonas que previenen la ovulación y conducen a la pérdida temporal de la fertilidad, la preferencia natural de las mujeres se fija en la similitud, como lo hace en las fases infértiles naturales del ciclo.


En particular, las mujeres que normalmente no usan anticonceptivos tienden a calificar a los hombres con sistemas inmunitarios disímiles como más atractivos físicamente, mientras que las mujeres que usan píldoras anticonceptivas tienden a calificar a hombres con un sistema inmunológico similar, como físicamente más atractivos.


Este cambio implica preferir desajustadamente a las potenciales parejas. Esto puede afectar negativamente la adaptabilidad del sistema inmunológico de sus hijos.


Un estudio

En una investigación reciente se examinó si los niños nacidos de parejas que se unieron durante el uso regular de píldoras anticonceptivas mostrarían más síntomas asociados con un sistema inmunológico más débil (por ejemplo, más propensos a las infecciones o que necesitaban más atención médica) en comparación con los niños cuyos padres se unieron cuando la madre no estaba utilizando pastillas anticonceptivas.

192 mujeres de 22 a 48 años participaron en el estudio. Todas las participantes eran madres biológicas de un niño de 1 a 8 años. Este rango de edad fue seleccionado porque los niños, en sus primeros años, son usuarios frecuentes de servicios de salud. 
61 mujeres informaron que conocieron al padre de sus hijos durante el uso de la píldora anticonceptiva, mientras que 119 mujeres informaron que no usaban pastillas anticonceptivas cuando conocieron al padre de sus hijos. 
Mediante la recopilación de las historias clínicas los investigadores averiguaron datos sobre la salud de los niños, incluyendo la tendencia a enfermarse, su salud general, salud relativa general (comparación con otros niños de su edad), la velocidad relativa de recuperación del niño enfermo, el número de visitas a un instituto médico para recibir tratamiento y el número de hospitalizaciones.

Los resultados revelaron que los niños con madres que estaban consumiendo la píldora son más propensos a infecciones, requieren más atención médica, sufren de una mayor frecuencia de enfermedades comunes y son percibidos como generalmente menos saludables que los niños cuyos padres se unieron en circunstancias de no consumo de la píldora. Estos hallazgos indican que un factor clave para asegurar el futuro de los niños puede deberse a una elección hecha años antes de que ellos nacieran: la decisión de su madre de usar la píldora anticonceptiva.

Las implicaciones de estos datos son profundas, ya que el uso de píldoras anticonceptivas es generalizado y sigue creciendo.  El 62% de todas las mujeres del mundo desarrollado en edad reproductiva usan actualmente un método anticonceptivo. Las consecuencias de estos números son sombrías: el sistema inmunológico de los niños de la generación actual podría ser más frágil que el de nuestros antepasados, dejando a las generaciones recientes y futuras más susceptibles a patógenos y, por tanto, más dependientes de la atención médica.



Referencia:
https://link.springer.com/article/10.1007/s40806-016-0074-4


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